miércoles, 13 de diciembre de 2006

Orgía parlamentaria

Una vista panorámica de los documentos preparatorios en la Mesa de Trabajo
Los representantes parlamentarios de los partidos políticos (antaño decían serlo del pueblo), no se andan con morcillas a la hora de orientar su premiosa solicitud hacia el Bien Común. Es ésta, y no cualquier churrasco de agua caliente, la causa de que todas, pero todas sus iniciativas —y aunque a veces algunas caigan en el vacío y la incomprensión de los cerdos de siempre— sean, en verdad, cuestiones de gran alcance moral en la difícil paleta de una vida que, acaso galopando a los lomos de los inclementes tiempos presentes, exijan al sacrificado legislador esforzados conatos de gimnasia intelectual; mucho más elevada que lo que se pide al pobre individuo del común, viador de lo repetido y rutinario de la vida, cual infinita tira sin cortes. Estas iniciativas, por su elevada y abstrusa elaboración, suelen poner finalmente la tapa a los escépticos, cuando llega el feliz caso de cristalizarse en hermosísimas normas, que se convierten en el riñón mismo de la convivencia humana, permitiendo a los habitantes de la Nación, escapar de la ensalada que arman los ignaros de siempre, meros lechones del régimen depuesto, que se resisten a comerse su evidente anacronismo, cual ascua de brasa que se niega a desaparecer.
Uno de estos esforzados, egregios y perínclitos ciudadanos, ha presentado un Proyecto de Ley que, de concretarse en un luminoso precepto positivo que pasará a engrosar el modesto chorizo de solamente 28.000 leyes de este (por ahora) desdichado país, repondrá definitivamente la justicia histórica que es debida a un modesto instrumento asociado indisolublemente, como chinchulín trenzado, a la felicidad nacional: La Parrilla.
Prevemos un acalorado debate en la Comisión respectiva (una imagen de cuyo principal objetor
, ofrecemos a la derecha de nuestros lectores) para esta determinante iniciativa. Y confiamos ‘de’ que, por el inocente hecho de honrarse a esta feliz herramienta —que las malas cabezas, siempre acechantes, insisten en asociar con la represión de la feroz dictablanda vencida por la demosgracia en 1983— este señor diputado, miembro del partido oficialista, no deberá sufrir la justa persecución de que fuera objeto cierto obispo castrense, acusado de mencionar una cita evangélica con evidentes ecos represivos.
Hay gente que para divertirse le arruina la vida a los demás; nosotros, en cambio, lo hacemos, si nos invitan, con un asadito en la famosísima localidad de Beautiful View, mientras escribimos en un blog.
Desde luego, nos quedamos con nuestra diversión: así no achicharramos a nadie.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

rogaria si puede extender los fundamentos dados acerca del juicio por jurado. y su diferencia con el que hoy tenemos. es sabido que la verdad objetiva en un juicio es muy poco probable. desde ya muchas gracias

Anónimo dijo...

Grandioso comentario, que dejo mi modesta carta de lectores (Milanesa Napolitana)a las alturas de una piltrafa literaria.

Anónimo dijo...

Brillante comentario sobre la Ley de Mariano West. Frente a ello, mi modesta carta de lectores sobre la Milanesa Napolitana quedo a la altura literaria de una piltrafa. Pero estaba en la misma línea

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Gracias anónimo; no hay nada que dé mejor resultado que trabajar en algo placentero. Ciertos personajes vernáculos jamás dejarán de causarme gracia. Y eso es placentero ...