viernes, 22 de diciembre de 2006

Carlos Sacheri ¡Presente!

Hoy se cumplen 32 años del asesinato de Carlos Alberto Sacheri; argentino, padre, marido, escritor, profesor y amigo ejemplar.
Sabemos que estas memoraciones traen dolor a sus hijos, a sus amigos y a todos los que lo quisimos. Pero es necesario recordarlo por que, ya muerto a la vida terrenal y nacido a la Vida Eterna, donde goza con los Ángeles de la Visión de Dios, no muera todavía su ejemplo, que es lo que quiso dejarle a su Patria y a los suyos, a la manera de un fervor del alma que no se extingue ni caduca con el hálito vital. Y que en buen cristiano, se llama Amor, y es la prueba concluyente de la previsible eternidad de la vida.
Hoy, como siempre, tan próximos a la fiesta única y definitiva del Amor de Dios, recordamos el legado de los amores de Bubi; aquellos de los cuales escribió, que explicó, anunció, defendió y sobre todas las cosas, profesó hasta el final.
Memorar las circunstancias de su muerte sería renovar un dolor ya lejano —paradojal y necesario acto de superación, que nos acerca al eterno presente divino— pero no contribuye, ahora, a devolver la sacralidad ejemplar a ese caudal de vida profanada por sus asesinos, y por los hijos y nietos de sus asesinos, que hoy detentan el mando para continuar la tarea homicida y que no soportan el perdón que se les ofrece. No tienen la fuerza, ni la autoridad: tienen el mando. La autoridad y la fuerza están del lado de las cosas que dejó Sacheri al partir, que acusan a sus asesinos con más fuerza que una nula pretensión fiscal, y los condenan con la severa luminosidad de la Verdad, ocultada bajo el celemín de la tontería por la mano torpe de los que penan por propia conciencia.
Caudal cuyo vigor germinal certeramente intuyó la bala asesina, aunque no comprendió que, mientras destrozaba, edificaba, y cuando mataba, daba vida.
Sacheri está presente en todas partes donde se diga una verdad, donde se cite su autoridad, donde se defienda a la Iglesia profanada, donde se ame la Patria que él amó, o donde se encumbre la Vida. Pero a la manera en que están presentes los que han dado vitalidad a las venas antiguas de la Cristiandad, inyectándole el propio sacrificio oblado en la búsqueda alegre, afanosa e inteligente del Reino de Dios y su Justicia.
Y así, con fuerza y con dolor, y con alegría y tristeza, te decimos ¡Presente!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un justo recuerdo.

Saludos y feliz y santa Navidad,

CyF


PD: Alguien con conocimientos de Wikipedia debería modificar el artículo difamante que se encuentra en esa "enciclopedia" virtual sobre C.A.S.